Leyendas de la Patagonia: Entre la ficción y la realidad
Nada como una misteriosa historia que contar durante tu visita a la Patagonia. Nadie puede resistirse a una buena leyenda local antes de dormir, por lo que en esta ocasión haremos un repaso por algunas leyendas locales que puedes compartir con tu grupo durante algún momento de tu travesía. Preparen sus linternas y sus mantas, vamos por una buena historia antes de dormir.
Nadie puede resistirse a una buena historia antes de dormir, por lo que aquí te contamos algunos mitos y leyendas de la Patagonia. Preparen sus linternas y sus mantas, vamos por una buena historia antes de dormir.
La Doncella Calafate
Si de mitos de la Patagonia estamos hablando, no podemos dejar de mencionar esta leyenda aonikenk (o tehuelche) que habla del amor de un padre por su hija y cómo la sacrificó por una rivalidad.
La historia cuenta de una joven llamada Calafate, perteneciente a una tribu aonikenk e hija del jefe de la tribu. Durante el transcurso de esta historia, debemos contextualizar que siempre hubo una rivalidad muy fuerte entre los aonikenks y selk’ nams, y de ahí nació un amor prohibido.
El jefe tehuelche, al enterarse de que su hija estaba enamorada de un joven selk’ nam, recurrió al chamán del pueblo para separarlos. El chamán, ante esta solicitud, le confesó al jefe que no podía usar su magia para destruir su amor, pero sí podía alejarlos.
Así, el chamán, convirtió a la joven en una planta espinosa de flores doradas. El joven, desesperado buscando a su amada, fue ayudado por los espíritus, quienes lo convirtieron en un ave para hacer más eficiente su búsqueda. Al posarse en una rama probó el fruto de esta planta y descubrió que era tan dulce como el corazón de su amada Calafate. Así, como ave, regresaba de vez en cuando, para recordar el dulzor del amor que tuvo.
De ahí nace el refrán de “quien prueba el calafate, siempre volverá a la Patagonia”.
La misteriosa presencia del Gualicho
Los pueblos tehuelches, que habitaron la Patagonia durante numerosos años, tenían un nombre a una fuerza sobrenatural que a veces los poseía, trayendo consigo desdichas o traiciones. Si sentías que tu vida estaba cargada últimamente por este tipo de acontecimientos, los tehuelches contaba que habías sido hechizado por el Gualicho.
Dice la leyenda que para poder librarte del embrujo del Gualicho es rendirle tributos, ofrecerle algún sacrificio u ofrendarle algo de valor. Otras personas más valientes, comentan que otra forma de acción contra el Gualicho es enfrentarlo y cabalgar hacia él en caso de que se aparezca.
Los tehuelches hablaban de este espíritu como una presencia de la cual cuidarse, por lo que ocasionalmente se le recordaba en rituales para ahuyentar su presencia.
Durante el siglo XIX y el XX, al Gualicho se le relacionó mucho con el Diablo, por lo que es la razón por la que muchas zonas en el sur de Chile lleven por apellido el Diablo. Algunas interpretaciones más contemporáneas, se refieren al Gualicho como el mal sabor del desamor que no quiere irse. Tal vez, en tu próximo viaje a la Patagonia, puedes realizar tu pequeña ofrenda para liberar aquello que te está atrapando y disfrutar de las maravillas de la naturaleza patagónica.
La magia del dedo del indio patagón
Si nos visitas desde Punta Arenas y pasas un rato en esta ciudad, no puedes dejar de visitar la Plaza de Armas, donde encontrarás la estatua del indio patagón.
Ahí verás una estatua de bronce sobre una base de hormigón dedicada al navegante Hernando de Magallanes, primer europeo en llegar a estas tierras. La estatua también conmemora a los pueblos originarios que se encontraban a su llegada, y si miras con atención, verás que el indígena sentado en la estatua tiene su pie más brillante que el resto de su cuerpo. Esto se debe a que muchos turistas han acariciado su dedo para brindarles suerte.
Algunos también van más allá, y besan el dedo para traerles buena fortuna y augurar un buen regreso a su país de procedencia. Por lo que si pasas por la plaza, debes sí o sí llevar contigo la suerte del indio patagón.
La magnífica presencia de la Patagona
Otro de los personajes de la mitología patagónica, corresponde a la historia de la Patagona. Una mujer de gran tamaño y que deambulaba por estas tierras en soledad. Algunos dicen que sus poderes podían influir en el clima y la naturaleza de la Patagonia.
La mitología la describe como una mujer de pelo oscuro y largo, y que habitaba en cuevas o bosques profundos.
Las historias de personas altas en la Patagonia tampoco es una novedad. ¿Sabías que fue Magallanes quien acuñó el nombre patagón? Esto se debía a que los pueblos originarios existentes en estas tierras eran muy altos para el promedio europeo, por lo que sus pisadas dejaban grandes huellas que llamaron la atención del navegante.
Kóoch, el principal dios de la Patagonia
Por supuesto que el mito de la creación no podía estar fuera de este listado, y los tehuelches también relataban su versión de cómo todo fue creado. Esto recayó en la responsabilidad de Kóoch, un dios solitario y el único ser que existía en un mar de oscuridad en el infinito.
Ante esta soledad, Kóoch quedó sumergido en una profunda tristeza y de sus mejillas cayeron lágrimas que se transformaron en el Arrok o el mar amargo de las tristezas y las tormentas. Al percatarse de cómo se acumulaban sus lágrimas, suspiró profundamente para dar origen al Xóchem, el viento que arrastró las tinieblas y dio paso para que la luz pudiese entrar.
Para poder seguir viendo las obras que iba construyendo, Kóoch con una chispa creó el sol y pudo dar paso a que las aguas y el sol interactuaran con la formación de las nubes. Al jugar con ellas, su risa creó a los truenos y los relámpagos. No contento con esto, hizo emerger las tierras de las aguas, y ahí la vida comenzó a florecer, brotando las plantas y los animales.
Al otro lado de este mar, se vislumbraba la Patagonia, que en ese entonces era solamente hielo y nieve. Un día, un cisne cruzó el mar y en su espalda llevaba a una criatura llamada Elal, quien en una fila le seguían los peces y las aves, quienes a su vez cargaban a los animales terrestres. Al llegar a la Patagonia, Elal se encontró con Kokeske y Shíe, representantes del frío y la nieve, a quienes ahuyentó golpeando unas piedras para así crear el fuego.
Finalmente, Elal con sus flechas hizo retroceder al mar para dar espacio a la tierra, y del barro que iban dejando las aguas, creó a los primeros hombres, el pueblo tehuelche.
¿Qué tal te ha parecido este viaje por los mitos y leyendas de la Patagonia? Recuerda que puedes aprenderte algunos de estos relatos y compartirlos con tus amigos en tu próximo paso por nuestro Bar Pionero o durante tu cena el Restaurante Coirón, o tal vez te atrevas a contar estar historias mientras te hospedas con nosotros en nuestro camping premium. No importa el lugar que escojas, lo importante es que tengas siempre una buena historia para contar.
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